«Una puerta, en el afán de cumplir su cometido, recrea casi siempre, el ejercicio constante de la memoria, donde se forman y resuelven casi totalmente, los reflejos de quién la abre o la cierra, quien entra o sale; y lo que iba a ser un acto mecánico, se torna peligroso, en busca de respuestas, ¿entrar o salir?
Pero lo real, es que en esa línea habitan ciertos modos que asoman justo en el momento en que la soledad pone a prueba el animal desobediente que somos.
Atravesamos una puerta, y lo primero que llega es la reflexión, luego
Toda la cadencia de una agonía dejada en las espaldas para cumplir
Un ciclo de acciones repetidas, que es lo que descansa más tarde en la energía del lugar al que entramos o salimos.
Nunca podremos descifrar la sensación estática de ser el tiempo porque en esos umbrales habita la tiranía del disgusto, el desencuentro, la renuncia, los emprendimientos, la sustitución y la calma.
El caos, tiene otro camino; nos remueve cada vez, sacando las acciones más inesperadas, conteniéndonos, a veces, el desafuero de cruzar como fantasmas las paredes y la lluvia.
Su orden es una condición mental, que dispone la lógica del inconsciente.
Aprendemos entonces el sabor de las estrategias haciéndonos contrarios al círculo común de acciones diarias, que componen un camino de marcas preconcebidas.
Habita el caos detrás de cada puerta; pero traemos una ordenanza ritual antes de atravesarlas, salir o entrar, abrir o cerrar, y nos hacemos soberbios y neutrales, nunca sabemos lo que engendra cada puerta; sólo creemos imaginarlo como lo imaginamos todo, hasta hacerlo realidad.»
Memoria del caos – nelson martínez.
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