Ante al vacío de creencias contundentes, sólidas y colectivas, la caducidad de los grandes credos,
y el horror contemporáneo, (algunos) nos creamos nuestros propios símbolos, nuestros fetiches,
sucumbiendo ante la fascinación de elementos triviales cargados de valor afectivo, haciendo una
elección individual del objeto de fe.
Esta serie pretende crear un simulacro, un juego, una ficción, un artificio de algunas de las cosas
en las que creemos en la intimidad de nuestras fantasías (u obsesiones) para dar con ese lugar
mágico e ideal en el que nos sentimos protegidos como niños.
Es una reflexión sobre las imágenes objeto de adoración. las imágenes, y las grafías articulan una
estructura sígnica que importa relaciones asociativas vinculadas directamente a la estructura del
lenguaje de cada observador.
Buenos Aires, 1999.
Visitas: 2